"Universo 25", los ratones nos enseñan




El experimento “Universo 25” fue una investigación realizada por el etólogo John B. Calhoun en la que se estudiaron los efectos del hacinamiento y la sobrepoblación en ratones. El experimento consistió en crear una serie de hábitats artificiales para los roedores, a los que se les proporcionó comida, agua y refugio ilimitados, y se les permitió reproducirse libremente. El objetivo era observar cómo evolucionaba la conducta y la organización social de los ratones a medida que aumentaba la densidad de población.

El “Universo 25” fue el nombre que Calhoun dio al último y más famoso de estos hábitats, que construyó en 1968 en el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos. Era una estructura metálica de 2,7 x 2,7 metros, con una altura de 1,5 metros, dividida en cuatro corrales interconectados. Cada corral tenía una entrada a una torre central, donde se encontraban los comederos y bebederos. El hábitat tenía una capacidad teórica de 3840 ratones, pero Calhoun estimó que el límite óptimo era de 620. El experimento comenzó con cuatro parejas de ratones sanos y jóvenes, que fueron introducidos en el “Universo 25”.

Durante los primeros meses, los ratones se adaptaron bien a su nuevo entorno, exploraron el espacio, formaron territorios, jerarquías y parejas, y se reprodujeron rápidamente. La población creció de forma exponencial, y al cabo de un año, había unos 620 ratones. Sin embargo, a partir de ese momento, se empezaron a observar cambios en el comportamiento de los ratones, que se agravaron con el tiempo. Algunos de estos cambios fueron:

Aumento de la agresividad: los ratones machos se volvieron más violentos y territoriales, atacando a otros machos, hembras e incluso crías. También se produjeron casos de canibalismo y mutilación.
Disminución de la reproducción: las hembras se volvieron más reacias a aparearse, y muchas de ellas abortaron o abandonaron a sus crías. La tasa de mortalidad infantil se disparó hasta el 96% en algunos grupos.
Aislamiento social: muchos ratones se retiraron de la interacción social, y se refugiaron en la torre central o en los rincones del hábitat, donde solo salían para comer y beber. Estos ratones mostraban signos de estrés, ansiedad y apatía.
Desviación sexual: algunos ratones mostraron conductas sexuales anormales, como homosexualidad, bisexualidad, hipersexualidad o asexualidad.
Pérdida de roles: los ratones dejaron de cumplir con sus funciones sociales, como la defensa, el cuidado o la enseñanza. Se formaron grupos sin cohesión ni organización, y se perdió la identidad individual y colectiva.
Estos fenómenos fueron denominados por Calhoun como “drenaje conductual”, y condujeron al colapso de la población. El experimento terminó en 1972, cuando el último ratón murió. El “Universo 25” nunca alcanzó su capacidad máxima, sino que se estancó en unos 2200 ratones, y luego decayó hasta la extinción.

El experimento “Universo 25” fue muy influyente en la ciencia y la cultura, ya que se interpretó como una advertencia sobre los posibles efectos de la sobrepoblación humana en el planeta. Sin embargo, también se ha criticado por su falta de validez ecológica, ética y metodológica, y se ha cuestionado su aplicabilidad a la realidad humana. Algunos autores han señalado que los ratones no son un modelo adecuado para estudiar la conducta humana, y que el hábitat creado por Calhoun no era una utopía, sino una distopía, que generaba estrés y conflicto en los animales. Además, se ha argumentado que los humanos tienen más recursos y capacidades para adaptarse y resolver los problemas derivados de la densidad de población, como la tecnología, la cultura, la educación, la cooperación o la planificación familiar.

José Altimiras Lampré
2023